Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100317
Legislatura: 1893
Sesión: 6 de Julio de 1893
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 66, 1096-1097
Tema: Crisis ministerial

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Yo hago juez a la Cámara respecto de la manera como he tratado al partido conservador; no me he metido con él para nada. Lo que he dicho es la verdad, lo que está a la vista de todos: que el partido conservador hacía una oposición tenaz, una oposición terrible a los primitivos proyectos del señor Montero Ríos. (El Sr. Duque de Mandas: En compañía.) Respecto a lo de la compañía, no se ocupe S. S. de ello, porque esa será cuestión mía, y cuando hubiese llegado el momento, habría visto S. S. si aquellos elementos hubiesen votado con el Sr. Montero Ríos, o no hubieran votado conmigo.

Las que pudieran preocupar al Sr. Montero Ríos, eran aquellas personas sobre las cuales yo no tengo autoridad ninguna; pero aquéllas en que, como jefe de partido o en otro concepto, pudiera yo tener alguna autoridad, ya se hubieran guardado muy bien, una vez aceptada la fórmula del Sr. Montero Ríos, de ponerse enfrente de éste sin ponerse antes enfrente de mí. (Muy bien, muy bien, en la mayoría.) Por tanto, no se ocupe S. S. de esas cosas; ocúpese de las de su partido y no de las de los demás.

En cuanto a las transacciones, yo las deseo tanto como el Sr. Montero Ríos, y claro está que si el proyecto del Sr. Montero Ríos (aceptado, no en parte, pero en fin, no como transacción, que también lo ha dicho el Sr. Montero Ríos, sino consultado con algunos afiliados al partido conservador) lo aceptabais por estimarlo mejor, ojalá aceptéis este nuevo proyecto, porque lo mejor es marchar en armonía. Yo la busco siempre y mientras esa armonía no lastime en poco ni en mucho la dignidad del partido liberal, no hay ninguno más dispuesto que yo a procurarla y conquistarla. En este caso no lastimaba esa dignidad, y yo la aceptaba con mucho gusto. Pero aun admitida esa inteligencia con el partido conservador, si ella nos creaba dentro del nuestro una dificultad entre dos amigos, no había más remedio que resolver esa dificultad, bien o mal, como quiera que sea; mal, porque nos obliga a separarnos de un amigo tan querido como el Sr. Montero Ríos; bien, porque creemos (y así lo ha expuesto el mismo Sr. Montero Ríos) que así el equilibrio queda establecido.

Lo que hay es, que el Sr. Ministro de Hacienda no ha considerado conveniente establecer ese nuevo impuesto, siquiera compense ese impuesto a los litigantes con la desaparición de los derechos a los auxiliares en los Juzgados. Pero ésa es una cuestión que corresponde al Sr. Ministro de Hacienda, que no me corresponde a mí, ni tampoco al Sr. Ministro de Gracia y Justicia.

Mas la dificultad estaba planteada, y había que resolverla, no por la transacción, sino por la dificultad que después de la transacción ha surgido.

?Que en este proyecto estarán de acuerdo los conservadores.? Yo me alegraré mucho, porque ojalá que todas las soluciones que yo proponga les parezcan bien; que a mí me gusta más gobernar con la aquiescencia y la conformidad, que con violencias y resistencias. Yo buscaré siempre esa armonía, y mientras la pueda obtener en esas condiciones, me alegraré alcanzarla. Ahora, si para lograrla he de prescindir de algo que a mi partido interese, entonces, sintiéndolo muchísimo, sin esa aquiescencia y sin esa armonía me quedaré.

No recuerdo si el Sr. Duque de Mandas ha dicho alguna otra cosa más; pero, de todos modos, yo me alegraré que SS. SS. Estudien sin prejuicio ninguno el nuevo proyecto que se presentará. Si lo encuentran bien, celebraré que lo apoyen; si mal, que lo combatan, pero que, bien o mal, lo combatan como corresponde a quien conoce bien el sistema parlamentario, y al que sabe lo que deben hacer y cómo se deben conducir los partidos gubernamentales; discutid todo lo que sea necesario; pero no embaracéis, ni entorpezcáis, ni imposibilitéis la marcha del Gobierno.



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